En el empeño de la FIBA por este nuevo calendario hay que encontrar el origen del enfrentamiento de los últimos años entre la federación internacional y la Euroliga, que acabó con el primer organismo creando una nueva competición tras no conseguir que los grandes clubes europeos se sumaran a su proyecto. Pero la medida tenía el hándicap de la ausencia de los jugadores de la NBA porque la FIBA no tiene capacidad para obligar a la mejor liga del mundo a ceder a sus jugadores.